El juego infantil de Caracas

En Piedra, Papel o Tijera las realidades convergen como las personas de distintas clases sociales que se cruzan en el Metro de Caracas: el niño que vive en el Este, sabe leer y disfruta de las vacaciones, juega sin prejuicios con el que no va a la escuela, vive en una casa de ladrillo y trabaja para ayudar a sus padres. Esa escena de la película es la mejor muestra de una ciudad en las que las realidades se mezclan y funden en una sola.
El director Hernán Jabes plasmó una problemática social desde Caracas, la ciudad del caos. Es harto complicado rodar una película en la capital sin mostrar a los espectadores el tráfico en la hora pico, la autopista Francisco Fajardo o la violencia de la ciudad. Y es que cada uno de estos elementos forma parte de las piezas de un rompecabezas de una ciudad que sigue cumpliendo años.
La corrupción, la mentira y violencia que aparecen en Piedra, Papel o Tijera no se quedaron en 2012, fecha de estreno del film, sino que permanecen en una sociedad que todavía prepondera la viveza por encima de la meritocracia, en donde “el matraqueo” continúa en una cultura que –en teoría– debe saber “cómo es la vaina”.
Detrás de la problemática social que Jabes lleva a escena, también aparece el factor azar, que en la ciudad del caos –como en el juego infantil piedra, papel o tijera–, tiene un papel importante: salir cinco minutos antes de tu casa, o cinco minutos después, puede condicionar el resto del día para evitar, por ejemplo, un retraso en el Metro o un choque en la autopista.
La película, en un cierre que –años después– sigue hablándonos a los caraqueños, finaliza con un texto breve que conviene atender:
El desamor, la apatía, la mentira, la incomunicación, la violencia y la corrupción son las bases fundamentales de una sociedad enferma. Para que un pueblo sea verdaderamente grande, debe ocuparse de hacerlas desaparecer lo antes posible…
Del corazón y de la mente de cada uno.
¿Qué tan enferma sigue Caracas?
Por Juan Pablo Chourio | @JuanPa_Ch