Carta a J. K. Rowling

Hola, Jo.
No sé si alguna vez te había dicho esto, pero más o menos por estas fechas, hace 18 años, estaba terminando de leer por primera vez Harry Potter y la Piedra Filosofal. Aún recuerdo muy bien las sensaciones de esos días. Estaba muy emocionado. No podía creer todo el mundo que me estabas mostrando en ese puñado de páginas, todas las posibilidades que había, todas las historias contenidas en cada uno de los personajes. Recuerdo también mi confusión. A los nueve años no podía poner en palabras concisas lo que estaba sintiendo mientras me acercaba al final; pero, al terminar la última página, mientras cerraba el libro y lo dejaba descansar sobre mi pecho, todavía con las imágenes revoloteando frente a mis ojos, pensé “yo quiero hacer esto”, dándole unas palmadas a la contratapa del libro.
La idea de ser escritor ya tenía un tiempo rondando en mi cabeza, pero leer ese primer libro, y los que siguieron, afianzaron mucho más ese deseo. Tus libros me hicieron iniciar una búsqueda que hoy en día sigue más activa que nunca. Cada vez que me siento a escribir pienso en cuál es la combinación exacta de palabras, de imágenes, de escenas, de momentos, que pueden hacer que alguien se quede atrapado en mi texto y termine pensando que también quiere hacer esto. Lo tuyo, para mí, no fue solo entretener, sino también inspirar.
En esas páginas encontré el incentivo que necesitaba para encaminar una imaginación que, por momentos, me superaba. No tienes idea de todas las versiones que escribí de tu historia, copiándola, imitándola, emulándola. Traté de seguir tus pasos para poder entender la mecánica detrás de las palabras que leía, para desentrañar el secreto que guardaba el texto, el secreto que me permitiría ser igual de buen escritor. De cierta forma, ayudó. Imitar tu estilo vino a ser como las rueditas usan los niños para aprender a andar en bicicleta. Fue el soporte que necesité para empezar la búsqueda de mi propia voz como escritor, la identidad de mis propias historias, la melodía que debían seguir mis relatos. Aunque ya ni siquiera escribo nada cercano a la fantasía, todavía en algunos párrafos, en algunas escenas, sigue habiendo ecos de lo que leí en esa época.
Pero me enseñaste también lecciones de vida, Jo. Me enseñaste la importancia de los amigos, la relevancia de esos vínculos tan especiales y azarosos. Me enseñaste lo vital que es encontrar un hogar y compartirlo con las personas que amas, con esa familia que vas eligiendo día a día con el pasar de los años. No sabes cómo valoro los Ron, Hermione, Seamus, Dean, Ginny, Fred, George, Hagrid, Colin, Neville, Luna que he ido encontrando en mi vida. De todos se aprende, de todos se gana. Todos nos complementan y eso es algo que siempre llevaré conmigo.
Posiblemente, uno de los personajes de los que más aprendí fue de Dumbledore. Cada frase de ese señor fue una lección, una enseñanza que llevo a todos lados al día de hoy. Fue él quien dijo que lo que nos definía eran nuestras elecciones, no nuestras habilidades. Más allá de mi habilidad para leer, mi decisión fue abrir ese primer libro y adentrarme en ese nuevo universo que se me presentaba. Y vaya que esta decisión me ha definido desde ese momento hasta ahora.
En más de una ocasión he tenido que caer en la discusión odiosa sobre si tu obra es o no literatura. No es el momento para discutirlo, pero puedo adelantarte algo: no me importa. Hay mucha mezquindad en esas categorizaciones. Hay algo que tienen tus libros y que no es rebatible: son entretenidos. Como dijera Stephen King en su momento, no hay otra cosa sino historia. Son una concatenación de hechos cruciales que te llevan de forma indefectible a un final explosivo y lleno de emocionalidad. Es un signo de lo que estás relatando: en el momento que nos presentas del mundo mágico no hay tiempo para perder, así como tampoco hay tiempo para perderse en detalles innecesarios, en paladeos de palabras y frases, en descripciones exhaustivas de ambientes o texturas. Necesitamos seguir lo que pasa, que no es poco, y eso lo logras a la perfección. Es otra de las lecciones que me has dado: di lo que vas a decir, no le quites tiempo al lector. Llevo esa enseñanza siempre conmigo y la comparto cada vez que puedo.
Siento que me has dado tanto a través de esos libros, Jo. Se afianzó mi hábito de lectura, se incentivaron mis ganas de escribir, comencé a moldear algunos aspectos de mi personalidad y los he utilizado para entender fenómenos tan complejos como la psicología. Es bastante y no sé cómo devolvértelo. No te hará falta mucho, pienso, luego del retorno monetario. Solo puedo darte las gracias. Gracias siempre por demostrarnos que la magia más fuerte no sale de varitas mágicas, sino que se construye con palabras.
Lo mejor para ti, Jo.
PD: luego habrá otra carta donde hablemos de todo lo que pasó después de la Batalla de Hogwarts, desde el epílogo del último libro hasta la segunda película de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos y lo que sigue. Pero en esta carta solo quería hablar de lo bueno. Un abrazo.
Por César Aramís Contreras | @CesarAramis