La tarde que anocheció en Brasil

Dos horas antes de lo esperado, llegó el anochecer en Sao Paulo, Brasil: las nubes negras habían bloqueado la entrada de los rayos de luz. Ese mismo día, 19 de agosto, las gotas que caían de la lluvia oscurecieron su tonalidad y esta vez tenían olor a quemado, tal como si se tratara de una película de ciencia ficción.
Este hecho permitió visibilizar el padecimiento de la Amazonía brasileña, cada vez más asfixiada y atacada, aun cuando hubo voces que intentaron frenar esta devastación irreparable en uno de los lugares más importantes del planeta.
Desde principios de año se registraron incendios recurrentes en la Amazonía, las comunidades indígenas lo denunciaron, así como también los apicultores denunciaron el uso desmedido de pesticidas que ha provocado intoxicaciones en la población y la muerte de 500 millones de abejas, lo cual tiene serias consecuencias para el proceso de polinización de las plantas en un país reconocido como el tercer mayor exportador de productos agrícolas en el mundo.
Las continuas decisiones del gobierno de Brasil no han estado a la altura de la importancia universal del lugar. El uso de más de 200 productos plaguicidas se aprobó en el país desde enero pasado, cuando Jair Bolsonaro asumió la presidencia. Muchos de estos agroquímicos son prohibidos por la Unión Europea y, con estos más de 200 productos, Bolsonaro sobrepasó los 136 pesticidas por año que desde la década pasada permiten las autoridades brasileñas.
Las consecuencias ambientales y a la salud pública son preocupantes porque han puesto y ponen en peligro la supervivencia de la especie humana, animal y vegetal. Por esta razón, los hechos del pasado 19 de agosto evidencian que la ola de incendios incontrolables comenzó mucho antes y se propagó como nunca debido al alto nivel de destrucción.
Expertos en fenómenos meteorológicos explicaron que el anochecer se produjo dos horas antes en Sao Paulo por una combinación entre las nubes densas y el humo de los incendios forestales.
Desde entonces, imágenes conmovedoras han dado la vuelta al mundo para denunciar lo que pasa en la selva, un lugar del que hasta ahora no existían otras referencias más allá del verdor de sus árboles y el contraste de los más variados colores presentes en sus millones de especies animales y vegetales.
El Amazonas sufre
Las políticas de Bolsonaro, quien se muestra indiferente al cambio climático, perjudican a la Amazonía. Analistas aseguran que durante su gobierno los granjeros igualmente se han sentido con licencia para provocar la deforestación al talar árboles que luego queman para poder preparar la tierra.
El sufrimiento que padece esta región se agravaría con el cambio climático, ya que los incendios pudieran llevar a condiciones de extrema sequía y calor. Una vez que arden en llamas, los árboles pierden su capacidad de almacenamiento de dióxido de carbono y este se libera directamente a la atmósfera causando los gases de efecto invernadero.
Son tan graves las dimensiones de estos incendios que se propagaron hasta Bolivia y Paraguay, donde se calcula que más de un millón de hectáreas han sido consumidas por el fuego. Igualmente, a finales de agosto se empezó a ver una nube de humo en Uruguay, situación que fue similar en Argentina.
En este escenario es fundamental mencionar una de las políticas más agresivas en la historia ambiental venezolana como es el Arco Minero del Orinoco, auspiciado por el régimen que usurpa funciones en Venezuela: en tres años ha incrementado la explotación desmedida de oro y otros minerales.
De acuerdo con datos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada, los niveles de deforestación en esta región de Venezuela han ido en aumento durante los últimos años: 17% entre 2000 y 2005; 29% entre 2006 y 2010; 53, 6% entre 2011 y 2015.
En una nota publicada por el diario español El País, el ambientalista Alejandro Álvarez, perteneciente a la organización Clima 21, explicó: «Hay un montón de personas que está sufriendo las consecuencias de la falta de controles y políticas ambientales equivocadas promovidas tanto por populismos de derecha como de izquierda. La cantidad de millones de dólares que salen de ahí no compensan lo que va a costar esto en salud y en muertes. Apostar a largo plazo a la minería es insostenible porque en los ecosistemas amazónicos los costos de recuperación son enormes».
De lugar colorido a grisáceo
La imagen que se percibe hoy es la de una Amazonía gris, abrumada por las cenizas y residuos de carbón que la obligan a desaparecer todo su verdor. Fotografías de animales carbonizados, así como de árboles completamente consumidos, han generado impacto y sensibilizan a toda una población que se une para tratar de sumar esfuerzos que permitan detener esta situación.
Los medios internacionales han publicado imágenes muy sensibles: en una de las más conmovedoras se observa a un bombero brasileño que provee de agua a un armadillo. Muchos animales han salido huyendo, otros han muerto y siguen muriendo porque no encuentran cómo escapar de los incendios.
«He visto una boa constrictor quemada, un perezoso carbonizado, una bromelia quemada. Te dan ganas de llorar. La pérdida es invaluable», contó el biólogo Izar Aximoff a la BBC tras realizar un recorrido por la zona afectada.
Biólogos explican que son muchas las especies en peligro de extinción que habitan en el Amazonas, como el jaguar, especies de boas, tucanes, mariposas y la imponente águila harpía, especie que se encuentra amenazada puesto que su población se reduce anualmente.
Preocupación mundial
El Amazonas se ubica lo largo de Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa y Surinam, países en los que reúne grandes reservas de biodiversidad que son de importancia global.
La Amazonía alberga en su hábitat a millones de especies de insectos, aves, peces, mamíferos y reptiles. Es conocida como el pulmón vegetal del planeta porque gracias a su amplia diversidad de especies vegetales se encarga de liberar oxígeno almacenando dióxido de carbono y evitando los efectos del calentamiento global.
Esa es la razón por la que tantos han puesto los ojos en este lugar estratégico no solo para los países que conforman la Amazonía sino también para el resto del mundo. La mano indiscriminada del hombre tiene grandes responsabilidades en esta situación que se convirtió en un tema universal.
Para entender lo que ocurre en la Amazonía es necesario mirar atrás, especialmente durante estos primeros meses del año, en los que varias ciudades de Brasil comenzaban a sentir los efectos de gran cantidad de incendios forestales. Cielos nublados, opacos, daban indicios de lo que venía.
La Madre Tierra siempre encuentra sus formas de manifestarse. Lo que ocurrió el 19 de agosto en Sao Paulo es muestra de ello. Quedará para la historia este día en el que la tarde se volvió noche en Sao Paulo. Y no, no era un eclipse total de sol. Era la naturaleza manifestándose, alzando su voz, llevándose con ella algunas vidas humanas, cientos de animales y millones de árboles.
Por Blanca Ynés Hurtado