Otra estrella en la constelación

Deyna Castellanos fichó por el Atlético de Madrid. Luego de convertirse en una de las figuras mediáticas más rutilantes del fútbol femenino en Sudamérica, sin haber hecho su debut a nivel profesional, la atacante eligió su primera casa en el Viejo continente. Y las expectativas de su entorno y de los aficionados están por las nubes.
El Atlético no solo fichó a una jugadora con el potencial para convertirse en una de las mejores del mundo. Con su más novedosa adquisición, el elenco dirigido técnicamente por Pablo López dio un golpe sobre la mesa, arrebatándole a su rival de ciudad (Real Madrid o CD Tacón, como prefieran llamarle) un fichaje que parecía listo para reforzarles y ha sumado a sus filas a una bomba de marketing, que hizo aumentar considerablemente la cuenta de seguidores del club desde su llegada.
Sin embargo, hay que ir mucho más allá de la ilusión de ver a Castellanos en la liga española. Su condición de jugadora estelar ante las masas no quita que sea una futbolista que viene de una competición menos exigente, como lo es la liga universitaria de los Estados Unidos, y que se esté adaptando a un nuevo plantel, país y condiciones. Juegue de volante, mediapunta o delantera (ha ocupado los tres puestos), la paciencia con la que la sepan llevar en Madrid será clave para su carrera.

Foto: La Liga
Jugadoras venezolanas llevan tiempo pisando el fútbol europeo. Deportivo La Coruña, cuando estaba en Segunda División, decidió apostar por tres futbolistas: la defensora Michelle Romero, la centrocampista Lourdes Moreno –alias “Kika”– y la atacante Gabriela García. Todas de 22 años. El Dépor, ahora en Primera División, lucha actualmente por un cupo en la Champions League femenina. Esto mientras Gabriela se erige como una de las goleadoras de la Liga y la Kika –que ha ido de menos a más– luce cada vez más madura: ya logró, incluso, marcar su primer gol en Primera.
Para Gaby, llegar a España fue una consagración que afectó su vida más allá de lo deportivo. Las condiciones las tenía desde que practicaba balonmano y Kenneth Zseremeta la descubrió en un módulo en Carúpano para llevarla al histórico Sudamericano sub 17 de 2013, donde Venezuela fue campeona y García se llevó –junto con Deyna– la Bota de oro a la máxima goleadora de la competencia. Alejada de los complejos y viviendo en un país de primer mundo, Gabriela potenció sus habilidades y mejoró en lo personal. De ser temerosa a la hora de declarar a los medios pasó a desenvolverse con soltura.
Arriba, en la tabla de goleadoras de la Liga Iberdrola, la competencia entre venezolanas está pareja entre Gaby y Oriana Altuve. Sobre esta segunda hay mucho más que decir: de la parroquia 23 de enero, fue goleadora en dos Copas Libertadores Femenina consecutivas, con las camisetas del Caracas y del equipo uruguayo Colón Fútbol Club. Fue parte de la generación de jugadoras venezolanas que estrenó el campeonato colombiano con su paso por Independiente de Santa Fe y –tras rendimientos excepcionales en Sudamérica– dio el salto a un Rayo Vallecano, donde es una de las sensaciones del torneo y se convirtió en una pieza clave para las aspiraciones de Pamela Conti –seleccionadora vinotinto– en la selección de mayores.

Foto: Rayo Vallecano
La adaptación a una nueva liga nunca es sencilla. Así se lo hizo saber Carlos Santiso, estratega del Rayo Vallecano femenino, a la periodista Yiana Bittar, en una entrevista que le concedió para su blog: “Al principio [a Oriana] le costó entender lo que el equipo quería y le estaba costando sentirse cómoda, pero a partir del primer gol ha ido ganando confianza y peso en el equipo, hasta convertirse en un puntal y además en una futbolista a la que todos los rivales temen”.
La Liga Iberdrola cuenta con muchos talentos de Latinoamérica, algo que claramente favorece a las venezolanas que hacen vida en ella: “El perfil latino es clave a la hora de competir, tienen un carácter competitivo alto. Es muy enriquecedor tener a jugadoras del nivel de Oriana Altuve, Yael Oviedo –argentina– y Camila Sáez –chilena– en el equipo, nos dan un plus de calidad para plantar de cara a cualquier rival”, valoró Santiso.
Siguen llegando las venezolanas
Hace poco, la atacante portugueseña Wilmary Arguelles, luego de un par de temporadas brillando con la camiseta del Caracas FC, fue anunciada como nuevo refuerzo de la filial del Unión Deportivo Granadilla Tenerife, o UDG Tenerife B, donde compartirá camerino con la también venezolana Nayluisa Cáceres. Un apoyo importante para su adaptación a suelo europeo: “Tener a Nayluisa en el equipo es una emoción muy grande porque tengo a una de las mejores porteras y a una gran amiga conmigo. Nay ha sido de gran ayuda, siempre está pendiente de mí y me ha apoyado mucho en mi adaptación al club y a la isla”, afirmó Arguelles.
Nayluisa, por su parte, está próxima a cumplir sus dos años en Tenerife, donde ha evolucionado positivamente. Mundialista en dos oportunidades, campeona sudamericana sub 17 y con rodaje en la Copa Libertadores, Cáceres no ha dejado de aprender y es una de las piezas que genera ilusión a futuro en el arco del cuadro isleño.
Se puede concluir que la jugadora venezolana en tierras ibéricas, más que ser vista como una solución a corto plazo para sus clubes, es contemplada como una pieza importante de cara al futuro: como una inversión a largo plazo. Venezuela se está transformando en uno de los mercados más rentables para los clubes españoles.

Foto: La Liga
El resto de Europa
Sin embargo, España es apenas uno de los países que ha sabido acoger a venezolanas de primer nivel. En Portugal, el Paio Pires FC y el Sporting de Braga adquirieron a Karla Torres y Daniuska Rodríguez. La primera está recién llegando a tierras lusitanas tras un gran nivel en Sudamérica con las camisetas de Irabunda, Huila y Colo Colo; previo paso por Junior de Barranquilla, donde no pudo brillar a tope por culpa de las lesiones. A Rodríguez, por su parte, llegar al cuadro rojiblanco le cambió la vida: en agosto de 2019, la zuliana se convirtió en la primera venezolana en ver acción en la Champions League femenina. Tres años antes, la nominada a un Premio Puskas por el mejor gol del año en un Sudamericano sub 17 sobrevivía en una casa con precarias condiciones en el barrio de San Diego en Carabobo.
Francia e Italia también poseen casos para el análisis. La volante Yenifer Giménez –de 23 años– se encuentra estable desde hace varios años en el Thonon Evian de Francia, al igual que Andrea Zeolla, que con apenas 17 años está establecida como una fija en el equipo primavera del Florentia Sangimignano italiano. Este último caso es llamativo, ya que se trata de una defensora que también ha sido utilizada como atacante, que lleva jugando al fútbol desde muy pequeña y ya a los 13 años brillaba con el Caracas Fútbol Club. Le resultó fácil la adaptación al fútbol europeo, según ella misma contó: “En realidad no me costó adaptarme, siempre que venía a visitar a mi abuela disputaba torneos de verano con equipos masculinos. Tampoco me costó jugar aquí como centrocampista ofensiva, ya que en el Caracas FC me enseñaron a ser polivalente en el terreno de juego y con la selección fue algo del destino el ser defensa: para el proceso sudamericano sub 17 para 2018 se habían lesionado dos jugadoras en esa posición y me llamaron para suplir el puesto. El resto es historia”.
El resto del mundo
Ysaura Viso, quien fuera figura tanto tiempo en torneos venezolanos y en el primer Mundial al que clasificó la Vinotinto sub 17, en BSU de China no vive quizás el mejor de sus momentos deportivos, pero es la representación del fútbol venezolano en Asia. Mientras que Paola Villamizar luce más consolidada en Brasil, con la camiseta del Santos.
Por su parte, Nathalie Pasquel brilló en el América de Cali –entre varios otros equipos como Patriotas o Santa Fe– y ahora hace vida en el fútbol mexicano. María Peraza, a su vez, hace vida en Millonarios de Colombia.
Podemos ir cerrando la historia con un caso muy particular, si nos vamos a los Estados Unidos: Camila Pescatore, lateral diestra de la Vinotinto sub 19 campeona de la Liga Sudamericana y jugadora de la Universidad William Carey, ya tuvo un paso por el fútbol profesional en su país, y ahora hace vida –tal como lo hacía Deyna– en una liga universitaria.

Foto: Atlético de Madrid
Con pasado en la Academia SecaSports en Venezuela, donde jugó la SuperLiga profesional y el Leyton Orient de Inglaterra, Pescatore es una de las futbolistas más prometedoras de la Vinotinto. Comparte equipo con la también defensora Verónica Herrera. Más que un retroceso, para Camila pasar de jugar profesional a liga universitaria en un país de primer mundo como Estados Unidos es un aprendizaje fundamental: “La mayor diferencia para mí, entre USA y Venezuela, es a nivel institucional, a nivel de espacios y oportunidades. Aquí hay mejores condiciones y tenemos mayor material deportivo que en Venezuela. Hay entrenadores mejor preparados que allá. No creo que haya tanta diferencia en el nivel deportivo, ya que allá las jugadoras tienen mucho nivel, pero sí creo que las instituciones no tienen las capacidades de darles el mismo trato que se nos da acá. Ojo, no culpo a los clubes de la SuperLiga, sino a las condiciones del país. Obvio aquí las condiciones son mejores al jugar en un país de primer mundo. Entrenar acá es como estar en un módulo permanentemente. Entrenas, comes, estudias y duermes. Siempre tienes la cabeza ocupada en algo”.
El fichaje de Deyna Castellanos por el Atlético de Madrid representa el seguir haciendo historia en el fútbol femenino para Venezuela, pero es un proceso que requiere tiempo y paciencia. Su llegada representa sumar otra estrella en la constelación de venezolanas que juegan a nivel profesional fuera de Venezuela. Será importante saber apreciarlas cada una, con su recorrido y todo lo que han aprendido.
Porque en el fútbol, como en la astronomía, una estrella no opaca a otra sino que brillan todas juntas para hacer más grandes al conjunto de astros.
Por Fabrizio Cuzzola | @FabriCuzzo22